“Yo todavía no conocía la erosión que conlleva la convivencia doméstica y estaba contenta con mi nueva vida” escribe Yuko Tsushima en el segundo capítulo de Territorio de luz. Redacto esto sin una opinión formada sobre la novela. No he terminado de leerla, pero me urge plasmar aquí, también, mis pensamientos. Compartirlos. Tsushima escribe al detalle, sin aspavientos. Un tiempo pasado, pretérito, en el que ella y su hija vivieron en un edificio de oficinas en el centro de Tokio. Se acababa de separar de su marido.
Este fragmento es el principio del artefacto publicado en La Opinión de Málaga el sábado 4 de julio de 2020. Puedes leerlo aquí.
Felices lecturas,
Pedro Ramos

Los capítulos, casi relatos autónomos, se deslizan con suavidad y una precisión que me asalta. El abandono, el miedo a lo que pueda suceder, sobre todos ellos. Momentos que parecen tomados con una Polaroid, una sucesión de imágenes que necesitan su tiempo para decantarse, un estudio del detalle, de las emociones.