Tengo más de 50 alertas en el CaraLibro. No hago caso a ninguna y cambio la foto de mi perfil como si este ritual me sirviera para resetear mi cabeza. Volver al modo oficina.
Quizá sirva para algo mañana saber que
- los faros funcionan con un programa bajo windows y su función es reenviar señales GPS a los barcos
- los faros tienen un motor de gasoil para casos de fallo eléctrico
- hay percebes del tamaño de un salchichón que nadie se come
- y lechos marinos cubiertos de caballas que los marineros no pueden descargar por no sé qué leyes.
También, pero fuera de la lista, hay mariscadores vestidos de buzo y un montón de fotos con filtro que prueban que estuve allí. Yo caminé por esos escenarios, aunque no los reconozco: una fiesta, un baile, la orquesta Intervalo y un sorteo. Vestidos de domingo. Una carretera llena de lluvia, una ventanilla donde contar los eucaliptos y adivinar el mar. Mucha lluvia después de la lluvia. Un viaje de regreso en silencio y ninguna conclusión.
Acabadas las instantáneas, queda
- un gato, persa y rojo, que maúlla tres pisos antes de que se abra la puerta
- un recuerdo: el de un gato blanco que subía a mi hombro para poder estar más cerca
- un hombre que vuelve a su hogar y sabe que siempre será un extranjero. No quiere pertenecer a ningún lado porque le gustan más los gatos que las personas y, últimamente, ni siquiera es fiel a los primeros.
Hay un sabor como amargo en la ciudad. Pero no pasa nada. Nunca pasa aunque esté pasando.
“El alma libre es rara, pero la reconoces cuando la ves —básicamente— porque te sientes bien, muy bien, cuando estás cerca de ella o con ella.” Charles Bukowski
No eres infiel; eres libre. Me gusta tu diario. Mucho.
Tienes un premio http://masalladelapalabra.wordpress.com/2013/09/08/liebster-blog-award/
Enhorabuena! Tú sí que vales!